Todos sabemos que por norma general, los directivos de una gran empresa son gente tremendamente atareada, sobre todo cuando se trata de asistir a eventos que no les interesan para nada. Es por esto que cuando desde el departamento de TI se tiene que hacer alguna presentación, el ponente se suele encontrar al menos con dos o tres sillas desiertas.
Así, las brillantes cifras arrojadas por los nuevos sistemas pasan inadvertidas semestre tras semestre, porque el Director Financiero tenía una comida importante con nosequién, o porque el CEO estaba volando a Shanghai para nosecuántos.
El caso es que precisamente aquel viernes ni el financiero tenía comida, ni el CEO tenía vuelos; la sala estaba repleta de jefazos con la mirada clavada en el proyector, esperando el inicio de la presentación.
Apoyado con disimulo contra el marco de la puerta, observé a José María manipulando su ordenador portátil, con la idea de ver el principio de su exposición y luego escabullirme a mi sitio.
José María me había hablado mucho del flamante proyecto de copias de seguridad durante las últimas semanas, y de la ansiada demostración que supondría la puesta en producción oficial del sistema.
- ¡Es el sistema más robusto! - decía - ¡Se acabaron los fallos con los backups! Hemos invertido dos millones y medio de euros en la aplicación, no se han escatimado los gastos. ¡Es imposible que falle! ¡Imposible!
Yo solía limitarme a asentir entre sorbo y sorbo de café, mientras anotaba mentalmente que no me podía perder la dichosa presentación. Ya he oído demasiadas veces la frase "es imposible que falle" antes de un fallo catastrófico, y estoy desarrollando una teoría que más adelante expondré.
Me acuerdo cuando Alberto y Marcos repitieron hasta la saciedad La Frase el día de la lectura de su Proyecto Fin de Carrera, antes de enchufar el pequeño transformador de su plaquita a la corriente... quemaron la instalación eléctrica y dejaron sin luz la Escuela. O cuando la pronuncié yo mismo antes de lanzar aquel script que se cepilló una base de datos que prefiero no mentar.
Y por supuesto, no puedo olvidar al jefe de mi departamento, haciendo ostentación de su flamante Blackberry Full Power Extreme mientras pronunciaba las palabras mágicas del fracaso... De hecho, estoy seguro que el tío que hace un par de años tiró abajo toda la red GSM de unafamosatelcoespañola dijo muy seguro antes de empezar a actualizar el sistema de la primera antena: ES IMPOSIBLE QUE FALLE.
La presentación comenzó, y tras un par de diapositivas PPT en las que se exponían los grandes números del proyecto, José María comenzó la demostración: conectó por escritorio remoto a la consola de gestión y pulsó el botón de lanzamiento de las copias de seguridad. Tras un par de segundos de suspense, el sistema comenzó a mostrar información sobre el progreso de las copias.
- Como les iba diciendo: es totalmente imposible que el sistema falle - anunció José María a los miembros de la Junta, mientras a sus espaldas una enorme aspa teñía de rojo la pantalla.
Mientras mi incauto compañero aporreaba con manos temblorosas el teclado, yo salí de la sala y cerré la puerta justo cuando el Director empezaba a vociferar algo acerca de que "prefería aquella mierda de las cucutipas"...
De modo que queda confirmada mi teoría. A lo que decía la famosísima Ley de Murphy: si algo puede salir mal, saldrá mal, añadiremos el Corolario de Serrano: las probabilidades de que algo salga mal, son directamente proporcionales al número de veces que se asegure que saldrá bien.