- ¡Coño Esteban! - pensé para mis adentros -, tú ni siquiera tienes web personal.
Y es que efectivamente, en muy poco tiempo las cosas han cambiado muy deprisa. De pronto imagino cómo se sentiría mi señora madre oyéndome hablar, no hace muchos años, de los chats, los emails y demás artefactos tecnológicos.
Lo más triste es que un servidor debiera estar metido en materia dada mi profesión - en la que prefiero no abundar en detalles, pero que gira en torno a las nuevas tecnologías -, pero resulta que no tengo perfil en Facebook ni en Tuenti, no tengo ficheros subidos a La Famosa Nube, y como mucho me limito a colgar alguna que otra foto a Flickr.
Me di cuenta de que era hora de dar un golpe en la mesa. No, no voy a crear un perfil en Facebook porque creo que es un poco rollo, pero sí que voy a tener mi página personal, esta misma que ahora lees, donde incluiré reflexiones y experiencias de mi día a día. Bueno, quizá no sea un golpe en la mesa, dejémoslo en golpecito...
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