jueves, 15 de diciembre de 2011

Intrusismo inverso

Según los datos de que dispongo, que no tienen por qué ser fiables porque los he estimado yo de cabeza, los dos sectores con mayor intrusismo profesional son respectivamente la Informática y la Política.
Mientras que está claro que los intrusos en política suelen ser todo tipo de ladrones y/o estafadores, personalmente creo que para el sector TIC el intrusismo no tiene por qué ser nocivo; al contrario: enriquece la profesión con puntos de vista alejados de la cuadrícula estándar propia del pensamiento técnico.
A veces me pregunto qué pasaría si el mundo funcionase al revés, si los informáticos no estuviesen confinados en sus oficinas y saliesen al mundo, y abordasen todo tipo de profesiones al terminar sus estudios.
Me imagino por ejemplo el ambulatorio de toda la vida plagado de informáticos que trabajan como enfermeros, practicantes o médicos de cabecera. Casi puedo ver al doctor pasando consulta con su impoluta bata blanca y su fonendoscopio colgando del cuello, mirándole al crío de turno la garganta para luego anunciar a su preocupada madre:
- Tranquila mujer, es que está fallando el antivirus, ¿desde cuándo no lo actualiza?
Lo jodido sería en quirófano, cuando el jefe de cirujía propusiese el uso del recurso más extendido ante sus ojipláticos compañeros:
- ¿Y si reiniciamos? - claro, si ha funcionado con todas las versiones de Windows desde los años 90s, para un corte mal dado en una fimosis también podría valer.
Como profesores de primaria o secundaria, es probable que los informáticos no rindiesen mucho mejor: seguro que no pasaría mucho tiempo antes de que el director del colegio descubriera que la corrección de los exámenes se estaba subcontratando a la India.
¿Y como arquitectos? En cierto sentido, la arquitectura guarda bastantes similitudes con el diseño de redes de comunicaciones, o incluso de grandes proyectos de software... Ya lo veo: algún antiguo compañero mío de la facultad, reunido con los desencajados directores de obra mientras sobre sus cascos un rascacielos se inclina peligrosamente por un fallo en la mezcla del hormigón de la planta quince:
- Tranquilos, tendremos guardado algún punto de control en la planta catorce, ¿no?
O peor todavía, afrontando la demolición de un edificio con un desfase mortal a cuestas, pensando justo después de apretar el dichoso botoncito rojo:
- ¡Ups! así que... ¿ese no era el edificio?
Quizá haya que rebajar algo las expectativas del hipotético intrusismo; a lo mejor en una cadena de comida rápida, una mente informatizada sería menos peligrosa:
- Caballero, permítame recomendarle el nuevo BigMoc, han sacado una actualización en el pepinillo, ahora repite mucho menos y el tiempo de digestión ha sido optimizado.
No, tampoco pega, seguro que la gente se acabaría pasando al pollo frito...
Creo que quizá donde mejor encajarían los intrusos informáticos sería en el otro sector más afectado por este asunto: la Política.
Sí sí, ya me veo en la alcaldía de algún pueblecillo del Corredor del Henares, con un puñado de periodistas rodeando mi flamante BMW:
- ¿Dónde está el dinero, señor alcalde?
- Hubo un corte de luz, se perdieron todos los datos y no hay ninguna copia de seguridad buena - respondería yo sin despeinarme -, estaba rota la cucutipa...

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