Parece que en este mundo en el que nos ha tocado vivir, sólo hay sitio para las malas noticias: la crisis que parece no tener fin, continuos desastres naturales, tensiones entre Oriente y Occidente... Pero la gente del gremio de las nuevas tecnologías, somos más afortunados que los demás, porque con mucha frecuencia - si no diariamente - tenemos la suerte de presenciar esos pequeños milagros que nos hacen pensar que hay "alguien" ahí arriba que vigila y echa un cable de cuando en cuando.
Esos mágicos momentos, también llamados "arreglos espontáneos", empiezan siempre con una llamada telefónica; tú descuelgas el teléfono, y escuchas una de las más horribles preguntas con las que te puedas encontrar:
- ¿Habéis tocado algo? - ni "hola" ni nada; derechazo al mentón.
Tú sujetas el auricular entre la barbilla y el hombro, y mientras te rascas la cabeza con cara de tonto, intentas obtener algo más de información:
- ¿"Algo"? ¿Algo de qué?
- Pues algo, no sé, es que me ha dejado de funcionar el entorno de desarrollo, y tengo una demo en media hora... - responden secamente al otro lado de la línea.
- Pues creo que no hemos tocado nada que pueda afectar a desarrollo últimamente... ¿me dices qué falla exactamente?
- Todo, falla todo... y ayer funcionaba perfectamente - sentencia el interlocutor.
- Bueno, pues déjame un momento, que miro por si acaso hay algo que se me escape - respondes algo agobiado -, te doy un toque en un minuto.
- No en un minuto no, que me bajo a desayunar. Te llamo yo cuando vuelva, pero date prisa anda, que es urgente - escuchas a modo de despedida.
Has tenido la mala suerte de destruir un entorno de desarrollo sin darte cuenta, y no tienes ni idea de qué puede estar sucediendo. Entras al servidor en cuestión, y revisas el estado del sistema operativo: la máquina no está apenas cargada, dispone de memoria en abundancia, y tiene espacio suficiente en disco. Miras el reloj con cierto agobio: ya faltan sólo veinte minutos para la famosa demo.
Temiéndote lo peor, revisas manualmente todos los ficheros de log por si hay errores en el hardware o algún reinicio inesperado. Nada. Diez minutos para la demo.
Justo cuando una gota de sudor empieza a resbalar por tu frente, el teléfono suena. Reconoces la voz del interlocutor, aunque ahora el tono es mucho más agradable.
- ¡Hola! Esto... ¿qué has hecho? Es que ya funciona todo otra vez.
- ¿Ah, sí?, pues yo estaba intentando averiguar qué podría estar pasando, pero no he visto ningún problema - respondes tú con el ceño fruncido. Entonces, es cuando Dios hace patente su intervención divina, porque siempre que se ha producido un "arreglo espontáneo", se escuchará en uno u otro instante la siguiente frase:
- Pues yo tampoco he hecho nada.
¡Milagro! Habías estropeado algo, pero has tenido la suerte de que se haya arreglado solo. Un día más, puedes estar contento ¿o no?
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