martes, 15 de noviembre de 2011

Cucutipa header damaged

De todos los que estaban en aquella reunión, el único que conocía la verdad del asunto era un servidor, y por eso tenía esa cara tan rara que me sale cuando intento contener las carcajadas pensando en cosas tristes.
Fue hace muchos años, pero tengo el momento grabado a fuego en mi memoria: el director general, inclinado sobre su enorme mesa de caoba, clavaba su mirada furiosa sobre los ejecutivos que permanecían sentados y en silencio como niños pequeños que se llevan una regañina tras una travesura.
Todo había empezado unos días atrás cuando Antonio, un compañero del grupo de copias de respaldo se acercó a mi puesto y me asaltó con una de las más peligrosas frases con las que un informático se puede topar:
- Oye tío, ¿tienes un momentito? - no esperó mi respuesta y se sentó a mi lado -. Mira, te he mandado un correo -. Efectivamente, en mi bandeja de entrada aguardaba un mensaje sin leer, con un misterioso título: "Log raro".
A pesar de lo prometedor del asunto, la historia era sencilla: las copias de seguridad de los buzones de correo de los jefazos de la empresa llevaban una semana fallando, pero el log de errores estaba en inglés, y ahí precisamente radicaba el problema, porque mi compañero Antonio no entendía la lengua del ilustre Shakespeare.
Después de echar un vistazo rápido a las líneas de texto comprendí que el fallo lo estaba causando una acumulación de polvo en el cabezal de la unidad de cinta en la que se copiaban los datos.
Miré a mi compañero, y le anuncié en tono jocoso:
- Está rota la cucutipa, lo pone por ahí: cucutipa header damaged...
Llegados a este punto, el lector se preguntará qué demonios es una cucutipa... pero es que una cucutipa no es nada. Cucutipa era una palabra generada por un sistema automático que utilizábamos para crear contraseñas aleatorias. En su momento, nos hizo bastante gracia, y la adoptamos como parte de las bromas diarias que nos ayudaban a soportar nuestros tristes quehaceres. Una cucutipa era un gamusino digital y un poco freak...
El caso es que parece que Antonio no pilló el chiste, porque apuntó mi respuesta en un pequeño cuadernito, y se volvió corriendo a su sitio. Yo no sabía si se había enfadado por la broma, y la verdad es que pensé en hablar con él más adelante, pero mi mala cabeza me traicionó como tantas otras veces, y la aclaración quedó pendiente hasta que fue demasiado tarde, una semana después.
El teléfono sonó a en mi mesa a eso de las diez y media; era la secretaria del mismísimo Don Nicolás, el director general de la empresa, que esperaba que me presentase de inmediato en su despacho; la primera vez que me reclamaban desde las alturas.
¿Me iban a dar un aumento? ¿Me iban a despedir? Intentaba figurarme el motivo de la llamada de camino al despacho, y casi sin darme cuenta la secretaria de Don Nicolás, una señora seca y arrugada, me estaba empujando a los leones.
- Don Nicolás, ya está aquí el informático - anunció aquella momia andante como si hubiese llegado el repartidor de pizza, y cerró la puerta a mis espaldas.
En el despacho estaban todos los directores de área de la compañía, desde Recursos Humanos hasta TI, pasando por Marketing y Ventas. Desentonaba entre aquella recua de jerifaltes encorbatados mi compañero Antonio, el de las famosas copias de seguridad, que estaba encogido en un rincón, haciendo lo posible por pasar desapercibido.
Don Nicolás me señaló con su mano huesuda, sin darme apenas tiempo a respirar:
- ¿Es usted el que dijo lo de la cucutipa? - interrogó. ¡Puf!, la broma se me había ido de las manos. Mi vida de informático pasó por delante de mis ojos: mi primer Spectrum, el programa en BASIC que preguntaba tu nombre y te decía "hola nombre$!", los malos ratos con C y sus punteros a punteros a punteros... tragué saliva y respondí:
- Sí, fui yo Don Nicolás...
- Siéntese entonces - ordenó.
Yo me senté haciendo números sobre el finiquito que me podría corresponder, mientras la conversación seguía su cauce. Por lo que alcancé a hilar, algún fallo en el sistema de correo - otro día hablaremos de la Ley de Murphy aplicada a la Informática - había dado al traste con los buzones de media dirección, entre ellos los de Don Nicolás. Las copias de seguridad habían fallado, y la bronca que estaban llevándose el pobre Antonio y su jefe, el Director de TI, estaba siendo monumental.
Finalmente, Don Nicolás preguntó al Director de TI:
- Y bien, ¿qué medidas piensa tomar para que esta intolerable situación no se repita?
El ejecutivo se levantó despacio, miró a unos y otros, y con tono grave anunció su plan magistral:
- Esté tranquilo Don Nicolás, ya he encargado diez cajas de cucutipas de recambio.

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